La aparición de los primeros casos de Covid-19 en nuestro país nos obligó a cerrar las puertas de nuestros centros de Nicolich y Aeroparque. Tuvimos que dejar de vernos en persona, suspender los entrenamientos presenciales, las veladas multitudinarias y los abrazos. Pero, desde el primer momento, nos propusimos una misión: estar cerca.
A través de distintas plataformas digitales, mediante celulares y computadoras, logramos un encuentro muy estrecho con todas las familias que forman parte de Quebracho. Pudimos instalar aulas virtuales para que nuestros chicos siguieran aprendiendo. El horizonte de voluntarios se multiplicó, y se volvió infinito. Recibimos incluso el apoyo de algunas personas de Buenos Aires. Pudimos tener registros de los trabajos virtuales, un aspecto sobre el que destacamos un enorme crecimiento.
Estamos inmensamente agradecidos con todas las personas que donaron celulares y computadoras de excelente calidad, para que nadie quedara afuera de ese “Quebracho virtual”. También con todos los voluntarios y colaboradores que se pusieron a cocinar para cientos de personas. Gracias a ellos, pudimos hacer llegar un plato de comida a familias, no solo de Quebracho, sino de las zonas Nicolich y Aeroparque en general. Una verdadera muestra de amor y entrega.
En esta “nueva normalidad”, queremos rescatar y mantener las cosas buenas que nos dejaron la cuarentena y el distanciamiento social. Las herramientas virtuales seguirán siendo una forma de mantener un contacto estrecho y permanente con los chicos y sus familias. Estaremos más cerca que nunca.
Seguiremos ofreciendo alimento y leche. Con esto también buscaremos incentivar y animar la presencia de los chicos en ambos centros Quebracho. Cada vez que los chicos asistan, se les entregarán dos viandas de comida y un litro de leche, para que tengan suficiente para los días en los que no pueden concurrir. Dejamos de ofrecer las tradicionales canastas, para pasar a esta nueva modalidad.
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