Con tapabocas, con distancia y de a poco, pudimos retomar la presencialidad que tanto extrañábamos. En mayo, el Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU) nos otorgó la habilitación para comenzar a recibir a los jóvenes en nuestra sede de Nicolich y preparamos todo con ese fin. Optamos por recibir primero a los más vulnerables, y a quienes no les resultaba sencillo conectarse o mantener el vínculo a través de las plataformas virtuales. Les prestamos computadoras y, mientras el clima lo permitió, trabajamos al aire libre. Si bien el Quebracho virtual funcionó, y desde marzo ya estábamos acompañando a nuestros jóvenes en el área educativa, no todos podían mantener un contacto fluido.
Además en marzo empezaban las clases, y los voluntarios de Quebracho dieron todo de sí para que a nadie le faltara ningún útil escolar. A todos se les entregaron mochilas completas: con cuadernolas, cartuchera, lápices, marcadores y todo lo necesario para volver a estudiar un año más.
Quebracho también contribuyó a que a ninguna familia de los barrios Nicolich y Aeroparque le hiciera falta alimento durante esta pandemia. En este aspecto contamos con el apoyo de Canastas Uy, Uruguay Avanza, el Banco de Alimentos, Ble y Fucac. Con su colaboración hicimos llegar comida a todas las familias que lo necesitaban.